Un milagro navideño en el Palace
Un tipo, digámosle Carlos Blanco, o Blanco por abreviar, paseaba una noche en Barcelona, por la Gran Vía. A su espalda había dejado Passeig de Gracia y no imaginaba, mientras caminaba por la acera derecha, que esa noche subiría a la azotea del Palace. Mucho menos imaginaba que allí disfrutaría de un cine navideño. Y por nada, pero por nada del mundo, hubiera imaginado que aquella noche se iba a enamorar.

En serio, ¿esto es real?
Blanco entra en el Palace como un intruso. Calza unos zapatos de segundo pie y una chaqueta de cuero heredada. La magnificencia del lugar, con un enorme salón de entrada decorado con un inmenso árbol de navidad y brillantes luces por todas partes, contrasta con la humildad con la que pisa Blanco la moqueta. Todo el mundo con el que se cruza parece guapo y elegante. Blanco se siente totalmente un extraño cuando una mujer de uniforme le cede el paso con extraordinaria amabilidad al ascensor.

Milagro en la calle 34 y en el Palace
Llega a la azotea y la sensación de irrealidad le invade por completo. Allí arriba no está en Barcelona centro. No, aquello es una estación de esquí de Viena. No, es como estar dentro de un cuento de los hermanos Grimm. A Blanco parece que le estiraran de las comisuras, por la inaguantable sonrisa que tiene. Cuatro cabañas de madera forman un semicírculo y custodian una gran pantalla blanca. Dentro de cada cabaña hay dos butacas, dos mantas del material más suave posible y múltiples cojines, además de bolsas de agua caliente. A Blanco le gustaría frotarse los ojos como en los dibujos animados. ¿Aquello es real? Otras personas llegan y él se pregunta si también estarán soñando como él.

Un trocito de calor en mitad del invierno.
Al rato, cuando Blanco casi se ha convencido de que sí, de que existe y de que está en ese lugar mágico, una mujer de abrigo verde y ojos más verdes aún le pide permiso para compartir cabaña. No solo comparten cabaña, sino tres bebidas calientes (chocolate, groc y vino) y varios manjares (croquetas de cecina, gyozas de langostino, salmón marinado y un éclair de foie). El festín lo cierran un polvorón y una chocolatina. Mientras tanto, proyectan una película navideña, milagrosa, bastante naif, a la que Blanco le perdona todos los tópicos mientras mastica las ilimitadas palomitas. La azotea está tan bien ambientada, que la pantalla parece perder sus límites y que el espacio al completo sea parte de la película. Blanco se voltea disimuladamente hacia la mujer del abrigo verde y piensa “qué buen lugar para enamorarse”.

Los Grimm lo escribieron, el Palace lo creó.
Si quieres meterte en la piel de Blanco y enamorarte tú también en un cine navideño:
Datos de interés:
Qué: Cine en la azotea del hotel Palace
Cuándo: Jueves 19/12 (The holiday) | Viernes 20/12 (Home alone) | Sábado 21/12 (Elf) | Domingo 22/12 (Miracle on 34th Street)
Cuánto: 50 € por pareja
Dónde: C/ Gran Vía de les Corts Catalanes, 668.
Más información: Web | Reserva en wintergarden@hotelapalacebarcelona.com
Fotos: Arduino Vannucchi