De los narcos a las letras
Claudia Girón Bermúdez, escritora de origen colombiano, lleva afincada en Barcelona desde hace casi dos décadas. Formada como ingeniera industrial y con un interés innato por la mente humana, apenas contaba con 21 años cuando decidió enfrentarse al reto de trabajar como funcionaria de prisiones en Cali (Colombia) en la década de los 90; punto álgido para el narcotráfico en la región. Con un océano de por medio y más de dos décadas después de esta convulsa etapa de su vida, Claudia decide dar el salto a la pluma y al papel. Es la vivencia de estas intensas experiencias lo que le mueve a plasmarlas en su primera novela de ficción: «La joven funcionaria de prisiones».

La joven funcionaria de prisiones
¿Cómo llega una ingeniera industrial a trabajar en prisiones?
Necesitaban alguien de mi perfil para un puesto de trabajo en la cárcel de mujeres, y yo necesitaba el empleo. Sí, daba miedo… pero también era motivador. Era un reto. Mi cometido consistía en elaborar un proyecto de ocupación para las internas, es decir, acordar con empresas llevar allí parte de su producción. De ese modo, las internas aprendían un oficio, ganaban un salario y conseguían una reducción de condena.
¿Qué siguió entonces?
Trabajé duro y con pasión. Entonces mi labor llegó a oídos del director de la cárcel de hombres. Me ofreció un puesto… y acepté. Fue un verdadero desafío pasar de trabajar con aproximadamente 200 internas a hacerlo con 3000 internos, todos ellos hombres. En los 90 estábamos aún en la época de los cárteles y no era infrecuente encontrarse con capos del narcotráfico. Obviamente, entre los muros de la prisión había de todo. Las experiencias que viví en aquella cárcel son para quitar el sueño.
¿Surgió así la idea de escribir «La joven funcionaria de prisiones»?
Más o menos. Viví muchas situaciones de peligro y no me faltaban amigos que me decían que con ese material podía escribir un libro. Sin embargo, la idea tuvo que madurar durante más de dos décadas hasta ver la luz en forma de novela. Hubo mucha labor de investigación de por medio, tanto contextual como literaria. Las experiencias debían transformarse, macerar y tomar forma para encajar en una buena historia.
¿Hasta qué punto la novela es autobiográfica?
«La joven funcionaria de prisiones» es una obra de ficción, aunque es inevitable darle cierto toque autobiográfico. Al final, las experiencias propias han sido la materia prima sobre las que he construido esta historia. Dejo a los lectores lo de meditar sobre qué es real y qué no.
«La joven funcionaria de prisiones» ha visto la luz como una novela autopublicada. ¿Cómo ha sido su recorrido desde entonces?
Para los que somos nuevos en el mundo de las letras, publicar directamente con editorial es prácticamente imposible. Muchas de ellas directamente ni siquiera leen manuscritos de autores novatos. Por suerte, con las nuevas tecnologías disponibles hoy en día, la opción de la autopublicación se ha convertido en una alternativa realista y atractiva. La labor que hacen las editoriales clásicas para la difusión es vital, pero la autopublicación proporciona un mayor control al autor sobre su obra.
Queda, por lo tanto, hacer un gran esfuerzo en la labor de difusión de la obra: es muy importante tener presencia en Internet y tratar de moverse para que tanta ilusión y esfuerzo no acaben cayendo en saco roto. Por mi parte, le dedico muchas horas a la difusión de «La joven funcionaria de prisiones». Incluso he pedido autorización a las instituciones carcelarias para que me dejen presentarlo en las prisiones de este país. Estoy visitándolas a modo de gira promocional y es verdaderamente una experiencia.

Las experiencias vividas son la materia prima de la obra
¿Qué cuentas a los internos en tus presentaciones?
Trato de que mis presentaciones no sean las típicas presentaciones de libros; unidireccionales, secas y aburridas. Me gusta hacer algo diferente con los internos: quiero entender su mente para poder llegar así hasta su corazón. Hablo con ellos de tú a tú, e incluso utilizo su jerga (acumulo ya varios años de experiencia tratando con internos). Intento hacer que despierte una chispa en ellos, que mediten sobre cómo han llegado a la situación en la que están y qué mejoras quieren para su futuro.
He tratado con violadores, asesinos y… en fin, de todo. Y cuando uno delinque de esa manera se distancia de sus actos protegiéndose con una armadura. Si consigues traspasar esa armadura, puedes encontrar cómo es la persona en realidad. Por ello las reacciones en mis presentaciones son variadas: unos se derrumban y lloran, otros no aguantan la presión y salen de la sala, otros se ríen conmigo y otros incluso se acercan a darme las gracias. En cualquier caso, el tiempo se pasa volando.
¿Qué se llevan de tus visitas?
Quiero salir de las prisiones sabiendo que mi presentación ha hecho cambiar algo en ellos, que se llevan algo positivo. También les intento acercar a la escritura; al fin y al cabo, escribir es una vía de escape que puede aplicarse en cualquier parte (para ello tan solo se necesita papel y boli). Cuando pregunto quién de los internos está interesado en la escritura algunos levantan tímidamente la mano. Y tras haber acabado la sesión, es muy gratificante que algunos de ellos se te acerquen y te muestren algunos de sus escritos. Puede salir un proyecto muy bonito de esto.
¿Cuál es el futuro de «La joven funcionaria de prisiones»?
Por mucho que escriba más novelas, sé que «La joven funcionaria de prisiones» siempre va a ser mi predilecta. No solo porque sea la primera, sino porque lleva mucho de mí misma. Mi plan a corto plazo es seguir promocionándola; hacerla conocida en Internet y conseguir que me acabe apoyando financieramente. A largo plazo… digamos que el cine o las series serían unos buenos lugares en los que «La joven funcionaria» podría desenvolverse muy bien.
Por último, ¿qué dirías a tus lectores que pueden encontrar dentro de las páginas de tu novela?
No será una historia corriente. Encontrarán a una mujer luchadora pero con corazón, capaz de tratar de tú a tú con gente peligrosa y acabar ganándose su confianza.