Los viejos rockeros nunca mueren
Lo cantaba Miguel Ríos y es verdad. En tiempos de pandemia mundial, de turismo congelado, de trap y reggaeton, de ser healthy y yoggie, en plena Plaza Cataluña, en el corazón de una ciudad cosmopolita y vanguardista, se alza un templo al rock, al rasgueo agónico de una guitarra, a la salvaje ingesta de más calorías de las necesarias para estar vivo, precisamente para eso, para estar, para seguir, para sentirse vivo. Hard Rock Cafe es el Sion de Matrix, uno de los últimos reductos del milenio pasado.

Tan infinitas como parecen.
En Hard Rock Café es grande hasta la carta. Pao, mi acompañante, desapareció detrás del gigantesco rectángulo de cartón plastificado, pero la podía imaginar perfectamente, sonriente ante el próximo espectáculo gastronómico. Yo solamente había entrado en el Hard Rock de Madrid empujado por Gina, una muchacha catalana obsesionada con esta cadena. Seguid leyendo y, sobre todo, viendo fotos. Entenderéis la sonrisa de Pao y la obsesión de Gina.

Nachos con todo.
Cuando Tim Burton planea una película, piensa en Johnny Depp. Cuando Guardiola hacía una alineación, pensaba en Xavi. Cuando leímos la carta, optamos por la columna vertebral del Hard Rock: nachos con salsa cuatro quesos y jalapeños y frijoles y pico de gallo y todo lo que está bien en esta vida; la legendaria Steak Burger de Black Angus; las Baby Back Ribs para aligerar la cena; y de postre, un New York Cheesecake que haría llorar a Sinatra. De beber, albóndigas, y de banda sonora, el Run to the hills de Iron Maiden. Run for your life.

Para la foto, mejor la sangría.
De beber, en realidad, fueron una sangría y un mojito, que Pao y yo nos dejamos probar. Para mí, se lo lleva el mojito. Ahora quiero daros tres consejos y dos ocurrencias. Primer consejo: al Hard Rock Café no se lleva cinturón, se va con un pantalón elástico. Segundo: no hagáis comida para el día siguiente, saldréis del local con ella en una caja. Tercero, consejo para el Hard Rock Café y para la vida: comed con las manos. Primera ocurrencia: las pepitas de caramelo del Cheesecake convirtieron el cielo de mi boca en la noche de San Juan, diminutos fuegos artificiales explotaban en el paladar. Segunda ocurrencia: si Will Smith hubiera probado las motitas de barbacoa sobre las costillas, En busca de la felicidad habría sido un cortometraje.

Legendaria por algo.
Quería mencionar a Vohn, el camarero filipino que sonreía incluso con mascarilla, porque esas cosas se notan, quería mencionar que Hard Rock Café tiene servicio a domicilio, que sobrevive a la crisis como un viejo rockero, quería mencionar el bar-isla donde puedes ver trabajar a los camareros-náufragos. Quería preguntar si entendéis ya la obsesión de Gina y la sonrisa de Pao, pero mientras escribía sonó Metallica y luego Nirvana y ahora la voz áspera de Joan Jett arranca un estribillo de los que te obligan a parar lo que estés haciendo. I love rock&roll, so put another dime in the jukebox, baby…

La noche de San Juan en el cielo de tu boca.
Datos de interés:
Qué: Restaurante Hard Rock Cafe Barcelona
Cuándo: 11:30 – 23:00
Cuánto: 25-35€
Dónde: Plaza Catalunya, 21 (también servicio a domicilio)