Nairod, un rookie con mucha clase
Nos encontramos ante una de las grandes irrupciones en la escena gastronómica barcelonesa y lo hace con una propuesta con raíces, gran escuela y muchas horas de cocina. Al timón de este barco llamado Nairod está David Rustarazo («Rusti» para los amigos) quien ha conseguido poner a su restaurante entre los 8 mejores rookies.

Mollejas con endivia asada, alcaparras y jugo de carne
Rustarazo ejecuta una cocina que, por tradicional, podría parecer sencilla pero que él lleva a su máxima expresión. Además, (y es de agradecer) no muestra complejo alguno en dejar pinceladas de sus raíces culinarias (claramente afrancesadas), sus maestros (se formó sobretodo en los fogones de Coure con Albert Ventura) y todo lo que ha ido cosechando a lo largo de su carrera hasta botar su propio barco. La carta, que suelen adaptarla casi a diario, resulta muy atractiva y en ella nunca faltan algunos clásicos como la caza, la casquería y guisos de cuchara.
Ostras Gillardeu
Empezamos degustando unas ostras Gillardeau en un alarde de «valentía» por mi parte ya que no son muy de mi devoción. Pero, oh, sorpresa, al descubrir (mientras mi compañera de mesa me recuerda que están vivas) la finura de su carne y el delicado aunque potente sabor yodado a mar. Maravilloso comienzo.
Croqueta de pollo, especias y cheddar
Si la croqueta de Coure es famosa, se debe en gran parte al buen hacer de «Rusti» quien durante varios años estuvo a cargo de ellas. En este caso, la que ofrece en su proyecto personal (aunque me consta que las va cambiando) es de pollo, especias y queso cheddar cuya cremosidad se notaba particularmente en boca.
Unos de los platos fuertes de la noche fue el rabo de buey con parmentier de patata. Es cierto que recuerda mucho al que hacen en Coure pero lo cierto es que no exactamente con el mismo resultado. El interior del medallón, al desmenuzarlo, presentaba un cierto nivel de sequedad que agradecía ser untado en la salsa que lo acompaña (espectacular por otro lado).
Rabo de buey
Acto seguido llegó el plato que a mi juicio fue el mejor de la noche: mollejas con endivia asada y alcaparras (foto inicial de este artículo). Las mollejas acostumbran a generar rechazo por su textura y porque sin cocinar no tienen un aspecto demasiado atractivo. Pero qué forma de cocinarlas, qué sabor y qué punto les dan en Nairod. Un 10 absoluto. Las acompañan, sin quitarle un solo ápice de protagonismo, unas endivias asadas y unas alcaparras y todo ello armoniosamente hilado con un jugo de carne potente y de textura gelatinosa.
Todo esto, si vais a Nairod, pasará en un salón austero pero cómodo y agradable donde detalles como una cuidada selección de vinos, una luz tenue o una cubertería «retro» dan un toque muy especial a la experiencia. Nairod en su conjunto, su chef y su propuesta gastronómica rezuman honestidad, autenticidad e incluso se podría decir que un punto de humildad (a pesar de las maravillas que sirven en un plato). No se pretende engañar a nadie ni encubrir ningún plato con añadidos superfluos e innecesarios. Lo que ves es lo que hay, pero hay mucho.
Juego de luces en el salón de Nairod
Le deseamos todo lo mejor a Rustarazo y su equipo. Por su valentía, porque es siempre positivo que restaurantes como este vayan surgiendo y por poner en valor ciertos platos que tuvieron mejor reputación en otras épocas pero que son sin duda atemporales.
Datos de interés:
Qué: Nairod
Dónde: Carrer d’Aribau, 141
Cuándo: De Martes a Sábado: 13:15 – 15:00 h y 20:00 – 22:00h.
Precio: 35 – 45 €/persona (aprox.)
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