La terraza del Palau de la Música
La elección del nombre de este restaurante no es casual. En la jerga musical Pizzicato es el sonido que se obtiene en los instrumentos de arco pellizcando las cuerdas con los dedos, por lo que siendo el restaurante del Palau de la Música la elección tenía toda lógica. Al visitarlo, descubrimos un lugar sobrio y elegante, en armonía con el edificio de Lluís Domènech i Montaner, perfecto para una cena tranquila en pleno centro de la ciudad.

Tortilla a baja temperatura de morcilla de pagès, gambas a la brasa y ajo frito.
El restaurante se encuentra en un emplazamiento privilegiado, y cuenta con una terraza maravillosa que da al patio del Palau de la Música. Ya verás que la elegancia del sitio está en perfecta harmonía (nunca mejor dicho) con una carta pensada por la argentina Luciana Russo que fue una grata sorpresa cuando lo visitamos.
Interior. Foto de Jordi Domènech.
Nuestra velada en Pizzicato empezó con un aperitivo hecho con crema de brandada de bacalao con cebolla y aceitunas de kalamata. Valga la redundancia, la crema era cremosísima. Nos hubiéramos comido un plato lleno a cucharadas, pero la cosa acababa de comenzar.
Crema de brandada de bacalao con cebolla y aceitunas de Kalamata.
Seguimos con unas croquetas de reina pepiada con mayonesa de aguacate. Este relleno es uno de los más populares de las arepas venezolanas y lo bautizaron en honor a Susana Duijm, quien fue Miss Mundo en 1955. Está hecho de pollo, aguacate y mayonesa, y tiene un sabor suave y delicioso. Muy recomendables.
Croquetas de reina pepiada con mayonesa de aguacate.
Pasamos a las almejas guisadas y acompañadas de espuma de salsa bernesa y cerdo crujiente. Las almejas solas ya valdrían la pena, pero la combinación con esta salsa de origen francés a base de mantequilla (evidentemente) y yema de huevo lo hace un plato único que no habíamos probado nunca. Además, las virutas crujientes de cerdo le da una textura muy interesante.
Almejas guisadas ycon espuma de salsa bernesa y cerdo crujiente.
Uno de los platos que más nos gustó fue la tortilla de morcilla de pagès, gambas a la brasa y ajo frito. Está hecha a baja temperatura, por lo que queda una textura muy tierna. El contraste de sabores mar y montaña es muy curioso, y los productos se notan que son de mucha calidad.
Lo siguiente fue uno de los greatest hits, la torrija salada con caldo de queso comté, carrillera guisada y setas ahumadas. Es algo de otro mundo, y la visita a Pizzicato queda más que justificada si es para probar este plato. Es comfort food refinado, y lo decimos como algo muy positivo. Nos encantó.
Torrija salada con caldo de queso comté, carrillera guisada y setas ahumadas.
Y acabamos con su reinterpretación de las típicas tartas que se hacen en Argentina para celebrar los cumpleaños, las chocotortas. La suya tiene todos los elementos de las originales (galletas, chocolate, dulce de leche y queso crema) pero dispuestos en una forma muy particular y cambiándole las texturas. Estaba riquísimo y es la manera perfecta de acabar una muy buena cena con vistas a uno de los edificios más bonitos de Barcelona.
Chocotorta.
Ah, y mención especial a un vino que nos recomendaron que nos pareció una maravilla: el Cabernet sauvignon àmfora de la bodega Clot de les soleres.
Destacar también su opción de menú de mediodía los viernes, sábados y domingos que, por 25 € incluye tres platos, postres o café y bebida y que cambia cada semana.
Puedes rebuscar entre sus platos visitándoles en Instagram.
Datos de interés:
Qué: Pizzicato
Cuándo: MA-SÁ: cenas | VI-DO: comidas.
Dónde: c/ Palau de la Música, 4-6.
Precio: 45 € por persona (aprox.)