El restaurante de cocina catalana que necesitábamos
Se ha hecho justicia. Entre la marabunta de restaurantes internacionales en el centro de Barcelona que se copian unos a otros hasta el punto de ser complicado distinguirlos, ha abierto Finorri, un templo elegante del buen comer donde se eleva la cocina tradicional catalana a la categoría que se merece. Hace mucho que esperábamos algo así.

Guisado de calamares rellenos de berenjena, shiitake, butifarra de perol y camagrocs.
En los bajos del Hotel Condal, rodeado por tiendas de souvenirs y grupos de turistas que pasean por Ciutat Vella, los chefs Josep Nicolau, Albert Soteras y Marc Vitega y el Lluís Roig han abierto Finorri para hacer felices a los barceloneses que creíamos estar perdiendo el barrio gótico. Si notas emoción en nuestras palabras es porque este restaurante se ha convertido en uno de nuestros favoritos de manera instantánea.
Tan solo abrir la carta te das cuenta de que ha habido un gran trabajo previo para homenajear los mejores productos y platos de nuestra tierra. Lees palabras que cada vez son más difíciles de encontrar: brandada de bacalao, tomates de penjar, pan de cristal, rostit, botifarra de perol… y algo incluso más sorprendente: en la carta de cócteles de autor (que son uno de los pilares del Finorri y hablaremos de ellos más adelante) hay combinados hechos, por ejemplo, con ratafía. ¿Por qué no lo habíamos visto antes, esto?
Pero vayamos al grano: ¿qué cenamos?
Empezamos con un clásico, su gilda Finorri. Tiene anchoa, aceituna grossals ahumada rellena y tomate confitado con piparra de Ibarra. Como te puedes imaginar, es una manera perfecta para comprobar la gran calidad de los productos que manejan. En este mismo sentido, pedimos unas anchoas con pan con tomate que son un festival. El pescado es delicioso (es Sanfilippo, garantía de éxito), pero queremos hacer mención especial al pan con tomate; lo hacen como se tiene que hacer, cosa que no es tan fácil de encontrar: con el tomate restregado, buen aceite y buena cantidad de sal… nada de poner el tomate con cuchara.

Anchoas Sanfilippo.
Seguimos con unas zamburiñas a la brasa con pil pil verde. La salsa acompaña perfectamente a esta delicia del norte, sin enmascararla.

Zamburiñas a la brasa con pil pil verde.
Uno de nuestros platos favoritos fue el recuit con tomates de penjar confitados y mojama de atún. Los tres ingredientes se integran perfectamente, creando algo que no habíamos comido nunca y que nos hubiéramos llevado un tupper entero.

Recuit con tomates de penjar confitados y mojama de atún.
Algo que no nos esperábamos fue la parpatana a la brasa con salsa Donosti. Es súper melosa y tiene un intenso sabor a atún. Además, aprovechan muy bien la brasa de encina, que le da un toque ahumado muy especial. Y lo que también salió directamente del fuego fueron los ceps a la brasa con yema de huevo y panceta Maldonado: una delicia de temporada para los amantes de las setas carnosas.

Ceps a la brasa con yema de huevo y panceta Maldonado
Lo que vimos a la carta y no podíamos dejar pasar era el rodaballo a la brasa con romesco de remolacha, zumo de anís y ensalada de hinojo. Está tan rico como parece, porque además está cocinado al punto perfecto de jugosidad, sin pasarse ni un poquito de seco. Vale mucho la pena.

Rodaballo a la brasa con romesco de remolacha, zumo de anís y ensalada de hinojo.
También quisimos probar la cocina de xup-xup (como decimos los catalanes a lo que está hecho a fuego lento). Por eso nos pedimos el guisado de calamares rellenos de berenjena, shiitake, butifarra de perol y camagrocs. La salsa tiene un sabor que solo te da un largo tiempo de cocción: cocina de toda la vida que perfectamente podría haber hecho una abuela.
Acabamos los platos principales con una deliciosa paletilla de cordero con tupinambo y judías finas. No es cualquier carne, claro. Compran cordero de la raza xisqueta de los Pirineos, y se nota.

Paletilla de cordero con tupinambo y judías finas.
En este punto estábamos llenísimos, pero no nos pudimos resistir a pedir dos postres. El primero fue un xuixo con helado de recuit y calabaza. Esto era algo que el chef había decidido hacer el mismo día, aprovechando los ingredientes que tenía. Ojalá lo siga haciendo para que todo el mundo lo pueda probar. El xuixo (un dulce típico de Girona) estaba freído al punto perfecto para ser crujiente por fuera y tierno por dentro, y el relleno era de otro mundo.

Xuixo con helado de recuit y calabaza.
También pedimos un corte de helado de carquinyoli con escuma de moscatell y naranja. El helado (que realmente sabe a carquinyoli) se tiene que mojar en una escuma que tiene un sabor muy intenso. La combinación es la manera perfecta de acabar una cena impecable y resume muy bien lo que es Finorri.

Corte de helado de carquinyoli con escuma de moscatell y naranja.
Como hemos dicho, los cócteles son una parte muy importante del restaurante; tanto, que te animan a acompañar tu cena con uno de estos combinados. Nosotros lo hicimos con un Cala secreta y con un Herbes del bosc. El primero es suave y con burbujas, y está hecho con ginebra, fino palomino, sake de yuzu, cordial de eneldo y soda de oliva. El segundo es más intenso y tiene ron, ratafía, vermú, licor de pino y sirope de palo santo. Además, acabamos la cena con un Espresso català, hecho con vodka, ratafía, amaretto, cold brew, espuma de coco y pistacho. Lo que te recomendamos es lo que decimos en los mejores sitios: déjate llevar por sus sugerencias porque saben de lo que hablan.
- Cala secreta
- Herbes del bosc.
- Espresso català.
Finorri es, definitivamente, una de las mejores aperturas de la ciudad en los últimos meses. Puedes ver más platos de su carta cambiante en su Instagram. Yo que tú iría reservando.
Datos de interés:
Qué: Finorri.
Cuándo: Ma – Sá: comidas y cenas.
Dónde: Carrer de la Boqueria, 23.
Precio: 45€ por persona (aprox.)



